martes, 28 de abril de 2015

Cobarde e hipócrita

Normalmente me pierdo en circunloquios cuando hablo de este tema, incluso cuando escribo para mí misma, me sale natural, pero haré un esfuerzo por empezar por lo que suele ser el final o perderse entre un mar de letras.

Soy lesbiana, tengo 24 años y fui consciente de ello a los 11 años y desde entonces he sufrido por ello y lo he ocultado, aunque nunca me lo he negado a mí misma. Supongo que no es normal darse cuenta tan pronto, o al menos las mujeres lesbianas que conozco cuentan que suelen darse cuenta sobre los 16-17 años. En mi caso, simplemente lo supe, un día sin más asocié una cosa con la otra, insight.

 Al ser muy joven cuando me di cuenta no tenía recursos para gestionarlo, no conocía a nadie en mi situación, no había apenas referentes en la televisión y en general, era un tema del que no se hablaba. Supongo que las madres tienen un sexto sentido para esto, incluso sin ellas saberlo y mucho menos saber utilizarlo. Cosas de la vida y el destino, el mismo año en que empecé a darme cuenta mi madre me interrogó al respecto y por su tono, sabía perfectamente lo que quería que yo contestase. Ésa fue la primera de montones de mentiras, la primera vez que recuerdo en la que traicioné mis principios.

Los sentimientos de vergüenza, el deseo de ser normal y la tristeza fueron la sombra de toda mi adolescencia. A los 16 empecé a salir con chicos, aunque zanjaba en poco tiempo la relación porque no sentía nada, hasta que un día conocí a un chico que se convirtió en mi mejor amigo y me aferré a ese sentimiento durante 5 años de noviazgo. El sexo estaba bien, nos queríamos, pero en el fondo yo sabía que no sentía lo que se debía sentir y no pude sostener más la relación.

Hace apenas 2 años que empecé a moverme en entornos lésbicos (twitter, páginas de contactos, el ambiente, etc) pero llevo una doble vida, quizá para algunos más observadores sea un secreto a voces. Sigo sin ser capaz de visibilizarme así con gente de confianza y sólo se lo conté a mi amiga más cercana. Aunque afortunadamente España es un país que goza de gran libertad para vivir la sexualidad, por desgracia esto no es sinónimo de igualdad y las gente sigue teniendo prejuicios, en muchos casos, de los que ni siquiera son conscientes, algo que a día de hoy me sigue afectando más de lo que me gustaría.

Como iniciaba esta confesión, soy cobarde e hipócrita, cuando yo siempre he abogado por la sinceridad y he valorado el ser fiel a los principios propios, en esto no soy capaz de dejar de traicionarme.  Es curioso cómo en el resto de aspectos de mi vida siempre he actuado como sentía que debía hacerlo, he intentado ser honesta y he defendido y luchado por lo que creía justo y a día de hoy, sigo sin poder dar la cara con algo que debería ser normal.

Uno de mis pensamientos más recurrentes es que si tuviera pareja sería más fácil (lo mío son los flotadores) esto es un tema que daría para rato, porque en mi caso, soy una lesbiana más bien "teórica", puesto que nunca he salido con una chica y sólo tuve un lío de una noche de borrachera con una mujer. Es un tema curioso que he compartido con las chicas lesbianas que he ido conociendo y no salgo de mi asombro cuando me dicen (y me lo dicen muchas): "¿y entonces cómo sabes que eres lesbiana?" No puedo creer que las propias lesbianas usen la misma expresión tan manida por la heteronormatividad.

Realmente siento que no encajo ni con las personas hetero ni con las lesbianas, al margen de la orientación sexual, pero me resulta más llamativo en el caso de las lesbianas, porque he llegado a sentir que necesitaba probar cuán lesbiana era de manera insistente en casi todos los grupos por los que me he ido moviendo y lo mejor es que la prueba para ser lesbiana es, sencillamente, acostarte con mujeres, por más que les expliques que tú sabes perfectamente lo que te gusta, pero que no has conocido a la persona con la que hayas querido tener una relación o un rollo, no les entra en la cabeza... En definitiva, la discriminación está en todas partes y yo sigo de un lado a otro, buscando mi lugar.

lunes, 12 de enero de 2015

Como si de una gestación se tratase.

Han pasado 9 meses ya desde la primera y única vez que publiqué aquí. Realmente mi vida no ha cambiado mucho, al menos desde fuera, y sin embargo, ese proceso que se inició meses antes de crear el blog, pero que se reafirmo al escribir la primera palabra sí me ha cambiado por dentro.

No voy a decir que ha ocurrido un milagro y de repente todos mis miedos han volado y tampoco que me he dado cuenta de que el mundo es maravilloso, porque no lo es, hay que asumirlo, pero lo que sí voy a decir es que en este tiempo he aprendido a aceptar quien soy y he llegado a conocerme más de lo que muchas personas logran ver de sí mismos en toda su vida.

Siempre he sido una persona insegura y no suelo decir, por ende, estar segura de algo, pero hay una cosa de la que sí lo afirmaría y de la que no me arrepiento, y es del día que reuní valor para contarle todo lo que se me pasaba por la cabeza la que se ha convertido en la persona en la que más confío. Tuve suerte de encontrar a alguien a quien de verdad, saber esto no le supuso ningún cambio, tanto es así que con frecuencia se le olvida. Ella ha sido un elemento clave en mi cambio, algo de luz en la habitación oscura. Quizá no debería proceder de fuera la fuerza que te dice que ser quien eres no te hace peor que nadie, pero en aquel momento fue un flotador que me salvó la vida.

Cuando digo que desde fuera nada ha cambiado, es cierto, porque en muchos ámbitos de mi vida no he realizado ningún cambio notable e incluso en casa, aunque he dejado de ocultarme, tampoco he verbalizado la situación. Eso me devuelve a que no todos los miedos se han ido, esto es un proceso que acaba de empezar, han pasado 9 meses y ahora mismo soy como un recién nacido de torpes reflejos. No me escondo, peor puedo sentir cómo mis carótidas palpitan con fuerza y la sagre se agolpa en mis mejillas cuando alguien parece haber leído entre líneas y entonces siento miedo y ganas de huir, pero permanezco allí y espero a ver como de desenvuelve la situación.

Lo que sí ha cambiado es mi forma de enfrentarme al mundo, aunque sigue resultándome extraña la manera de comportarse de otras lesbianas, especialmente en twitter. Por ejemplo, el convertir sus cuentas en monotema: sexo, bollodrama, ligoteo, etc. o llenar RT de porno sus perfiles (algo que si hicieran los hetero pondríamos el grito en el cielo, unfollowearíamos a ese salido y así con todo). Me extraña aunque lo puedo entender, de la misma manera que soy plenamente consciente de que no todos tenemos la misma visión de twitter, pero sobre todo, twitter representa un porcentaje mínimo de lo que somos.

He logrado aceptarme y he ido aprendiendo (aunque me falta mucho camino) a adaptarme a determinadas situaciones y personas. Aún tengo pendiente una perspectiva más positiva de la vida en lo referido a las relaciones, porque sigo viendo un panorama desolador y forzado, donde las mujeres a las que les gustan las mujeres acaban saliendo con chicas con las que no tienen absolutamente nada en común más allá de su condición sexual, y esto es algo que supongo que viene dado por la escasez y dificultad de conocer a personas con tu misma orientación, que si ya la probabilidad no es muy alta, la probabilidad conjunta de encontrar a alguien con tu misma orientación y afinidad en otros aspectos de la vida ya debe ser ínfima, pero añádele encima la probabilidad de que exista atracción mutua. Apaga y vamonos. Eso explica relaciones tan disfuncionales como la de una pareja de amigas, en las que una es completamente independiente, de gustos frikis, nada femenina y de mentalidad adulta y la otra es absolutamente dependiente, marujona e infantil, y la fiesta está servida, claro, porque no las he visto sin discutir ni una sola vez, además, y esto es algo que no me agrada decir, pero no deja de ser cierto, ejercen roles claramente definidos de hombre y de mujer. Yo me pregunto siempre que quedamos, por qué estarán juntas, al tiempo que rezo por no caer en semejante despropósito en mi vida.

Supongo que es una enorme tontería lo que voy a decir, pero yo no me hice (nací, pero quiero decir que no afronté y asumí ser) lesbiana para conformarme con cualquier cosa con tal de tener pareja. No puedo entender esa clase de relaciones. Eso nos devuelve a que la situación no es fácil, porque en estas relaciones todo parece muy artificial. Desde el primer momento en que hablas con una mujer, desde una perspectiva abiertamente lesbiana mutua, puedes sentir como si estuvieses en una de esas citas de 2 minutos, teniendo que probar que eres interesante. ¿Interesante para qué? Conocer a una persona, que te caiga bien, que te enamore por su forma de ser, por sus aficiones, por los momentos que has compartido con ella es posible, pero que sea lesbiana es la parte complicada de la tarea, porque inmediatamente, desde que ambas partes conocen la situación, ésta se enrarece.

No acabo de ser capaz de dar con las palabras para transmitir lo que quiero, pero espero que si alguien lo lee entienda en todo o en parte el mensaje.